domingo, 14 de febrero de 2010

Ya no estoy aquí

Ahora estoy solo allá, en marielademarchi.it. Poco, por el momento, pero pronto algo más.

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Cómo gasto papeles recordándome...

Cómo gasto papeles recordándome, cómo me hago hablar en el silencio, cómo no me quito de las ganas aunque nadie me vea nunca conmigo. Y cómo pasa el tiempo, que de pronto son años, sin pasar yo por mí detenida.

Me doy una canción, como mínimo. Aunque jamás imaginé que podía pensar en mí como amante mía, y mucho menos con la letra de Silvio - tan atinada en este (mi) momento. Si sigo con el ejercicio veo que esta canción me queda muy bien, dirigida hacia mí:

Me doy una canción
si abro una puerta
y de las sombras salgo yo,
me doy una canción de madrugada
cuando más quiero mi luz,
me doy una canción
cuando aparezco
el misterio del amor
y si no lo aparezco
no me importa:
yo me doy una canción.

Si miro un poco afuera me detengo,
la ciudad se derrumba y yo cantando,
la gente que me odia y que me quiere
no me va a perdonar que me distraiga.

Creen que lo digo todo,
que me juego la vida
porque no me conocen
ni me sienten.

Me doy una canción
y hago un discurso
sobre mi derecho a hablar.
Me doy una canción
con mis dos manos,
con las mismas de matar.

Me doy una canción
y digo: Patria.
Y sigo hablando para mí.
Me doy una canción
como un disparo, como un libro,
una palabra, una guerrilla...
como doy el amor.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Digestión lenta

Un día, en vez del almuerzo de siempre, te comes un jabalí enorme. Hay de todo, carne, grasa, huesos, tuétanos. Sientes el sabor de cada pedazo que te metes en la boca (no creo que lo metas en las orejas), comes chupándote los dedos. Hasta que te das cuenta de que te comiste un entero jabalí. Y que te tomará medio siglo terminar de digerirlo. Así que gozas por el placer de masticar carne verdadera y sabrosa, pero sufres porque sabes que te arrastrarás pesadamente por un buen tiempo, hasta que termines de hacer la selección, de asimilar y rechazar, según.

No estoy

Es decir estoy, pero mucho, demasiado. Tanto que tengo que digerir todavía. Pero estoy mejor, eso sí. Estoy mejor y estoy peor, y estas son excelentes noticias: estoy, siento, vivo. Soy.

domingo, 27 de septiembre de 2009

Retrato de grupo con rompecabezas

Apenas te haces un propósito noble, que harás realidad con una acción generosa y sin esperar alguna recompensa, la vida te pone a la prueba y te bofetea una situación peliaguda. Deberías ser noble y generoso, en cambio sientes tu ego herido y pones delante los brazos como reflejo de protección. Sólo un imprevisto te obliga a tragarte el orgullo, calmarte y pensar con la mente fría. Poco a poco logras ponerte en los paños del Otro y entender por qué te trató así. Te toma tiempo, sin embargo, hacer algo en serio, que corresponda a lo que sientes.
Entonces tú también te tomas algo de tiempo, para terminar de digerir y asimilar las cosas. Limpias tu casa y te dices que por fin, era hora, ahora sí que tienes el espacio ordenado que puede acoger mejor el trabajo de la mente, sin ponerle obstáculos cada dos por tres. Encuentras incluso, de casualidad y en un lugar obvio, un documento médico que buscabas desde hace un mes. Te duchas, te vistes, te maquillas y te vas al teatro.
Te suspendes y entras en la obra, vuelves a casa y para despejar tus nubes te arrimas al rompecabezas: falta poco, te dices, ¿y si tratara de terminarlo ahora? Y así, una pieza tras otra, vas llenando los espacios que quedaban vacíos del fondo, ese fondo casi uniforme y aparentemente tan difícil, que rodea a los enamorados de Klimt que se besan... Hasta que, casi sin darte cuenta, terminas. ¿Ya está? Sí, ya está.
Terminas también de pensar, de darle vueltas al asunto, de llorar, de lamentarte. Pensabas terminar el rompecabezas hacia el diez de octubre y en cambio está listo con dos semanas de anticipación. A lo mejor, pero no lo piensas muy fuerte por si las dudas, también otras cosas podrían terminarse antes de lo previsto. Podrías terminarlas.