jueves, 23 de marzo de 2006

Moqueando un poco

Ayer me tomé un breve descanso. En la mañana fui a una entrevista de trabajo y en la tarde jugué en el jardín con mi hija Francesca. Es cierto: a veces no hace falta más que detenerse por un momento, sentir la brisa, mirar las nubes teñidas por el atardecer. En poco tiempo se logra dejar el peso en el suelo.

Pero es que justamente nos dejamos atrapar por el tiempo. Queremos tener todo resuelto, como si todo fuera a acabar mañana, como bien dijo un amigo. Ese es mi problema, en parte. Quisiera ya haber aclarado y definido muchas cosas, quisiera tener las bases sólidas para poder construir con tranquilidad. Pienso en la película "Velocidad personal", de Rebecca Miller (acabo de descubrir que originalmente era un libro). Efectivamente cada uno tiene su ritmo, su velocidad para crecer.

Si cuento todo lo que me asusta, angustia o atrapa resultaría aburrido o pesado. Bueno, lo contaré igual, pero no de un solo tirón. Seré desordenada, paciencia, pues quiero ir adelante sin estar puliendo mucho lo que sale de mi cabeza.

Quería (quiero todavía) escribir una columna que hable de la vida cotidiana. Pero no me puse las pilas para poner en marcha el proyecto, pues prefería arreglar otros asuntos antes de emprender con una nueva iniciativa. Aquí está uno de mis puntos débiles: decidir. Me dedico a la traducción desde hace poco (3 años), me ha costado aprender (sola) y lo peor, o lo mejor, es que me he dado cuenta de que no es lo que quiero. La historia es un poco más larga y complicada, trabajo desde los 19 años, me inscribí en varias universidades, nunca terminé nada, cambié de ciudad con frecuencia, cambié de país, cambié de pareja... Por eso tengo un poco de miedo, de que sea el enésimo cambio de ruta por infantilismo o qué sé yo. Lo que más me gusta, lo que mejor sé hacer, lo que más satisfacciones me da... es escribir.

Alguien dirá: ¡pero si escribes muy bien! Ya me lo han dicho varias personas, de diferentes proveniencias y lenguas. Pues he comenzado a escribir también en italiano hace 1 año, y también ahí me dijeron que escribo bien. Me encantaría vivir de la escritura. Pero tengo miedo de decirlo en voz alta. Tengo miedo de que se me tome por loca irresponsable, soñadora... "Llevas 3 años intentando ser traductora, y ahora que comienzas a tener clientes sales con otra cosa". Esa podría ser una cosa que me diría mi compañero.

Ah, hablando, escribiendo se van aclarando las cosas y se las ve con más claridad. No tengo intenciones de dejar de traducir, al menos no para quien me busque y me pague por ello. Pero quiero poner todo mi tiempo y mis fuerzas en algo que realmente amo. Tengo poco tiempo y poca energía. Tengo 2 niñas pequeñas en casa, la mayor, Francesca, tiene 2 años y 5 meses y recién en septiembre comenzará con el jardín de infantes. Ahora la mando a veces donde una abuela, pero no siempre se puede. A veces viene mi madre, y menos mal más adelante podrá venir más seguido. Hasta junio. Mi niña más pequeña se llama María y tiene 4 meses. Toma sólo mi leche, así que ya se puede imaginar. Por lo menos ya duerme toda la noche, ¡hasta 12 horas seguidas! Los hijos son maravillosos, pero a veces es frustrante tener tanta fertilidad mental y andar escasa de cuerpo y tiempo para hacer todo lo que necesito hacer, ni qué hablar de lo que quisiera hacer.

Con mi compañero, Giovanni, decidimos que las niñas se quedarían con nosotros, hasta el momento en que vayan a la escuela. O sea hasta los 3 años. Es una linda idea, pero la práctica resulta un poco menos idilíaca.

Bueno, me estoy extendiendo mucho. Es que es tan complicado hablar de una cosa descontextualizada, sin antecedentes, como flotando en el aire. No tiene sentido.

Otra cosa que me hace sufrir es la soledad. Por el lugar en que vivimos, por la dificultad de encontrar gente inteligente y/o sensible con quien entablar una conversación, por la poca gente que veo. Termino refugiándome en mis relaciones a distancia, pues mantengo contacto con muchos de mis amigos bolivianos, e hice nuevos amigos por internet. Pero el calor de un abrazo, una caricia en la cabeza... no tienen igual.

Yo sé que soy privilegiada en muchos sentidos, que tengo casa y comida, vivo en el bienestar material. Es el resto que me falta. De mis 8 a mis 24 años he vivido siempre en ciudades grandecitas, de entre 400.000 y 1 millón de habitantes. Ahora vivo en un pueblo chico, de 8000 almas, en una provincia conservadora y con escasa vida cultural (es un eufemismo decir escasa). Extraño la vida urbana, con sus patologías y todo.

Qué horror, me pongo llorosa y quejumbrosa. Telegráficamente:

- tengo muchos intereses, pero debo establecer pocas prioridades y concentrarme en ellas;
- me había endurecido y enfriado, resignada a no encontrar seres sentipensantes ya, y he tenido una hermosa sorpresa hace poco;
- me había dejado convencer de que mi sensibilidad era excesiva, un obstáculo, una melifluidad fastidiosa que había que evitar. Basta.
- llevo años huyendo de mí misma. Basta.

Así salió esto. Otro rato seré alegre, irónica, sagaz o mordaz.

2 comentarios:

  1. Este, el tuyo, segundo blog que leo, me hace reír, me enternece, me gusta. Voy por unas 5 postings recién. Volveré.

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  2. No se si vivir de la escritura es un cliché, creo que en parte lo es. Ser escritor está tan idealizado por Hollywood o Kafka o Hem, que en definitiva es como despertar un día y decir quiero vivir del golf o ser Tiger Wood, suena ridículo y no tengo claro porqué.
    La cifra de escritores que viven de las letras es homeopática y eso da pavura, por otra parte termina siendo poco convincente para nuestro entorno familiar. Si yo le digo a mi esposa, que quiero vivir de la literatura se mata de la risa, claro que para adentro,por respeto.
    Están los que en ese afan de vivir de palabras, que se hacen guionistas de culebrones o cosas peores como escribir para una revista de moda o de cacería o para un blog que te paga, de resultas no era lo que estabas buscando, no te conviertes en Kafka sino en kafkiano.
    Hay una vía dura y complicada: ganar concursos y trepar por la cuerda hasta que nos de un poco la luz.

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