miércoles, 1 de febrero de 2006

Creer o no creer, that is not the question

Yo creo que no es cuestión de creer o no que Evo lo hará mejor que otros, que será diferente. Tampoco es querer revivir utopías. Es que simplemente la situación en Bolivia ha estado tan asquerosamente hecha mierda que no queda otra que arremangarse las mangas (oops) y hacer algo. Decir "ah, este será otro aprovechador" no ayuda en nada. En todo caso es difícil que Evo sea *peor* que los anteriores presidentes.

En mi caso, como sucede a muchos otros bolivianos con los que he estado hablando en las últimas semanas, hay sentimientos encontrados: esperanza y miedo, sobre todo. Esperamos que haya un cambio, no radical porque es imposible, pero al menos una ligera mejoría. Por lo que se ve hasta ahora las cosas van bien y pueden ir mejor. Pero eso mismo asusta: es demasiado bueno para ser cierto. El gobierno estadunidense está demasiado conciliador, no es su estilo. Y no es el único. Yo tengo, ¡ay de mí!, un mal presentimiento. Espero equivocarme, porque extraño mucho a mi tierra y me moriría de la pena si viera que las cosas... Bah, no hace falta que lo diga.

Lo que me cabrea es que se haya hecho tanto revuelo por una chompa y no se haya profundizado en los contenidos. En Italia la poca información que ha circulado, además de hablar de la vestimenta, daba datos imprecisos sobre Bolivia.

Resumiendo: la vida es dura y la realidad no te perdona una, pero tampoco te vas a quedar pasmado mirando cómo todo se va al tacho. No no no no no no. En octubre del 2004 murieron más de 70 personas en la revuelta contra el ex-presidente Sánchez de Lozada. Y por si no lo saben la gente cansada de los viejos políticos no es sólo indígena, casi toda la clase media siente lo mismo. Yo misma he roto botellas en las calles durante los bloqueos de la guerra del agua del 2000, y he visto hacer otro tanto a viejitas burguesas.

Espero, con el alma y con la cabeza, que las cosas salgan bien, o al menos pasablemente.

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