martes, 16 de enero de 2007

Puentes y pasos

Una foto: la baranda de un puente, unas cholas, y en primer plano unos militares armados. Hay otra gente que puebla casi toda la imagen, así que voy a mirar mejor la baranda: es el puente de Cala-Cala, me digo. Sigo husmeando con los ojos y noto los faros del estadio. Confirmado, es ese puente.
Sé que la Bolivia que dejé hace más de seis años ya no existe. Por eso mismo quisiera volver a a ella, para tocar sus viejas arrugas y sentirme un poco extranjera con sus nuevos tatuajes. No tengo otros lugares parecidos: no hay plazas o calles, todavía, que evoquen tantas cosas en mí como Cochabamba. Al fin y al cabo es una ciudad con poco encanto: su casco viejo no es digno de ese nombre, no tiene mucha personalidad, se parece a cualquier ciudad relativamente modernizada del mundo. Avenidas, fast-foods, tiendas de ropa... Y las periferias son como las de otras latitudes. Con qué hierbas me cautivas, pregunta Matilde Casazola.
Las noticias me llegaron muy poco a poco. Hace una semana supe que habían bloqueos. Luego, el viernes, mi hermana me escribió diciendo "no se preocupen, estamos bien", y comencé a preocuparme, "la abuela está bien, ella vive lejos de los conflictos, aunque yo vivo cerca del puente de Cala-Cala...". Más tarde di una vuelta por la red y zas. Enfrentamientos, dos muertos, más de doscientos heridos.
Es la primera vez que sé de algo por el estilo. Ya se dieron, en el pasado, enfrentamientos entre partidos políticos, entre sectores específicos, pero no entre blancos e indios (es decir, no en la época reciente). Y sin embargo era algo que debía suceder tarde o temprano.
Confieso que sentí cosas diferentes respecto a los muertos: me conmovió más el joven, Christian Uresti, el "blanco". En parte porque estudiaba en el colegio Anglo Americano, que yo frecuenté por muchos años como scout; porque estaba en el curso de la hijastra de mi tío; porque sus padres eran amigos de otra tía mía; sobre todo porque yo, en fin, soy blanca. Está claro que por mis venas corre también sangre india, faltaría más, pero eso no se nota en la piel.
Me angustia lo que pasa en Cochabamba, pero lo que más me angustia es, sin duda, no poder comprenderlo. Perdí el hilo. Ya no sé si lo que sé sobre la gente boliviana corresponde realmente a lo que es o a mis recuerdos. Recuerdo haber sufrido discriminación como blanca. Recuerdo haber amado las tradiciones, los ritos paganos. Recuerdo haber detestado malos olores y cebollas en los micros, uñas sucias y sudores. Recuerdo el pasaje del Correo, las losetas amarillas y rojas con esas hendiduras, que sonaban tan bien cuando uno arrastraba los pies. Recuerdo los libros usados. Recuerdo las flores de la plaza 14 de Septiembre, la estatua, las caquitas de las palomas. Recuerdo la avenida América.
Basta, back to Italy.

1 comentario:

  1. Gracias por ayudarnos a comprender lo que pasa a tantos quilómetros de distancia y a lo que nuestros medios de comunicación dan un repaso muy, muy somero.

    ResponderBorrar