miércoles, 23 de febrero de 2005

Aparatosa vida

Hace dos años mi pseudosuegra me regaló un "robot da cucina" en mi cumpleaños. Ni les cuento lo mucho que me alegró el tipo de regalo (o sea: para nada). Lo desprecié por un tiempo por una cuestión de principio, pero cuando tuve que preparar la comida para mi wawa, tuve que recurrir a él. Así que lo he usado sobre todo para hacer licuados espesos o puré (que si hago licuados más líquidos se salen por todas partes). Tiene otras funciones que no he tenido tiempo ni ganas de explorar, pues en la casa somos dos y medio, y para eso es más sencillo cortar con cuchillito la cebolla y todos los ingredientes de la comida. Si fuéramos 8 seguro que lo usaría más seguido.

La citada dama nos ha regalado nomeacuerdocuándo un exprimidor eléctrico que ha quedado impecablemente cerrado en su cajita, con el manual y todo. No tenemos dónde ponerlo (ahora está en el fondo de un ropero), no tenemos ganas de sacarlo cada vez que nos hacemos un jugo (que generalmente es a la hora del desayuno, cuando uno menos tiene ganas de andar explorando la cocina o la casa a buscar el tiempo perdido). Así que a manija: abrimos una puertita debajo del mesón, sacamos el exprimidor tradicional chiquito, partimos 2 naranjas (por cabeza), mi cítrico exprime las suyas y toma su jugo; luego yo me como lo semisólido que ha quedado, porque yo como todo todo todo hasta la última partícula, exprimo mi ración, tomo casi todo y el resto a mi wawa, como con la cucharilla todos los restos eliminando sólo las pepas, chupo (con la boca, oui) lo que ha quedado atrapado entre las rendijas y limpio lo poco que ha quedado bajo el agua del grifo. Ni siquiera uso detergente. Si me viera mi abuela...

No hay comentarios.:

Publicar un comentario