El dulce de membrillo no logra borrar el picante
cuando la comisura de tu boca me mira,
nombra los seres y las cosas
con la dureza del viento
y acaricia un cactus.
Me levanto,
las huellas externas
desaparecen hoy también
en el agua que nos traga vivos.
Y mientras tus callos me esculpen
mis ojos te pintan los sabores a la desbandada.
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