domingo, 16 de abril de 2006

Por un pelo: los coglioni ¿ganaron?

Tras auténticas montañas rusas de cifras y declaraciones, Italia parece haber cambiado de gobierno. ¿Pero cuáles son los verdaderos éxitos, políticos y antropológicos?

Finalmente los resultados: La Unión de centroizquierda tiene la mayoría sea en la cámara de diputados que en el senado. Silvio Berlusconi pide la verificación de los votos y al mismo tiempo propone una gran coalición a la alemana para garantizar la gobernabilidad. Romano Prodi rechaza la oferta: no necesita ayuda para gobernar. Pero el pueblo de la izquierda no deja de tener dudas y temores. Motivos no le faltan: la victoria se ha logrado realmente por un pelo, por debajo de las expectativas, y con un contrincante muy votado.

Los preparativos

Es difícil relatar lo sucedido en estos últimos días en Italia. El clima electoral estaba ya bastante envenenado desde hacía buen tiempo. Berlusconi había basado toda la campaña en la denigración del adversario, sobre todo sacando del baúl de los recuerdos al viejo fantasma del miedo a los comunistas. Luego pasó a la fase mística, comparándose nada menos que con Napoleón, Churchill y Jesucristo. Usó la religión católica para conquistar adeptos y mandó a todas las parroquias un cuadernillo en el que se ilustraban los logros de su gobierno “bajo la luz de la doctrina social de la iglesia”. A pocos días de las elecciones declaró que quienes no votaban por él eran unos coglioni[1], provocando hilaridad en todo el mundo, vergüenza a la mitad de los italianos, y agitación a los traductores que tuvieron que encontrar la palabra más adecuada para las traducciones. Por su lado el centroizquierda no ha logrado plantearse como un frente coheso y fuerte. Lo único que ha mantenido unida a La Unión es el antiberlusconismo. Alejada del pueblo, parecía dirigirse más a clases muy instruidas y preocupadas por cuestiones abstractas. Prodi, en el segundo debate televisivo con el Cavaliere, comenzó con demasiadas placidez e inseguridad, lo que impacientó a muchos espectadores que a los pocos minutos cambiaron de canal.

Se asomaron denuncias de fraude. En cuatro regiones se utilizó por primera vez el escrutinio electrónico, gracias a un decreto ley del 3 de enero del 2006. Las empresas que se adjudicaron la realización de esta operación son, entre otras: Accenture (que cuenta como principal socio al hijo del Ministro del Interior) y EDS (involucrada en los supuestos fraudes electorales en Florida, en las elecciones de George W. Bush). También se tuvo noticias de amenazas y compra de votos en el sur de la península: muchas personas declararon que les ordenaron votar por Berlusoni y llevar como prueba una foto de la papeleta electoral tomada con el celular. Si no lograban la misión perdían el empleo. Otros han recibido publicidad electoral con un billete de 50 euros en medio, sin ser presionados siquiera.

Los números

La votación se realizó en aparente calma, por primera vez durante un día y medio. A partir de las 15:00 del lunes 10 comenzaron los recuentos. En la tarde se lanzaron los resultados de los exit polls: ventaja para la coalición de centroizquierda, que inmediatamente salió a las calles a festejar. Luego, sin embargo, comenzaron a llegar las cifras de las proyecciones: poco a poco el margen se iba reduciendo hasta dar ventaja a la Casa de las Libertades (CdL) del centroderecha. Las caras en las plazas comenzaron a hacerse lúgubres y sombrías. ¡Los números exactos y reales del Ministerio del Interior llegaban con el cuentagotas! Recién a las 2:30 de la mañana se tuvo una idea más clara: la cámara de diputados para La Unión y el senado para la CdL. Al día siguiente, gracias al voto de los italianos en el extranjero, el centroizquierda ganó la ventaja también en el senado.

Berlusconi en estos momentos debe estar arrancándose los cabellos implantados de la rabia. Le salió el tiro por la culata: estas elecciones se han llevado a cabo en el marco de una nueva ley electoral, invocada por el primer ministro y pasada con rodillo a toda prisa. Implica por ejemplo el “premio de mayoría”, gracias al cual La Unión tiene 63 diputados más que el centroderecha, a pesar de llevar una ventaja de apenas un décimo en el voto nacional. En la cámara de diputados tenemos: 49,8% para La Unión y 49,7% para la CdL. Otro boomerang es la implementación del voto en el exterior, que ha sido exigida con insistencia por Alianza Nacional, uno de los principales aliados de Fuerza Italia.

La Italia de hoy y de mañana

Berlusconi dice que las votaciones han sido irregulares, quiere que se revise todo. Para ello pasarán al menos 10 días, mientras tanto se asume que el vencedor es el Professore. Sólo que es una victoria muy ligera, apenas por un suspiro. Se duda ya de la efectiva gobernabilidad del país en estas condiciones, tomando en cuenta que el presidente Carlo Azeglio Ciampi termina su mandato dentro de dos meses. Y sobre todo se comienza a reflexionar sobre el significado de la división de Italia. Desde la izquierda tradicional surge espontánea la pregunta: ¿cómo es posible que 1 italiano de cada 4 haya votado directamente por Berlusconi? Después de 5 años de economía estancada, con crecimiento cero en el 2005, con una deuda pública que excede el 105%, con un déficit mucho más alto que el resto de los “colegas” europeos (superior al 4% del PIB). Sin olvidar que el Cavaliere tiene pendientes numerosos procesos judiciales, y que de otros tantos se ha librado gracias a las leyes oportunamente modificadas durante su legislatura.

Si bien es cierto que en el centroderecha hay muchos votantes convencidos, no se puede dejar de notar la superficialidad del resto de los electores. Gran parte de ellos no han elegido Berlusconi por su propuesta electoral, ni por su programa – casi inexistente, por lo demás. Más bien lo han tomado como ejemplo a seguir: sonriente, seguro de sí, bronceado, con la piel renovada (lifting, en contraposición a las naturales arrugas de Prodi), arrogante, millonario, evasor de impuestos, descarado, grosero y con más vidas que un gato por su capacidad (¿o posibilidad?) de zanjar cualquier obstáculo. “Valores” transmitidos con especial énfasis por los canales de su red televisiva. Pero esta tendencia al escaso análisis es sólo una cara de la moneda: del otro lado está la izquierda superficial, que se limita a ir a manifestaciones pacifistas como un automatismo, que es autoreferencial e ignora las reales necesidades del pueblo, limitándose a protestar contra el capitalismo, a derramar ríos de palabras sin tomar acciones concretas. La insoportable levedad del bienestante del siglo XXI.

A gran parte de los italianos les queda sólo un sabor amargo, a otros les llena de esperanza el hecho de que Berlusconi vuelva a su casa. Este pseudo-empate deja pocos ganadores y muchos perdedores. Italia no sólo necesita sanear su economía, sino recuperar la autoestima, la credibilidad y la dignidad frente al mundo.

[1] Término vulgar que significa literalmente “testículos” y quiere decir “giles, boludos”.

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