miércoles, 12 de septiembre de 2007

Dudas y antojos, o viceversa - post desordenado

A principios de agosto me compré el anhelado Macbook. Tras un mes de traslados, instalaciones y exploraciones, lo uso para trabajar (la vieja pc queda de reserva) y para hacer todo lo demás. Todo lo demás... ¿qué es todo lo demás? Navegar, escribir, dibujar, procesar imágenes, explorar... Hoy, por ejemplo, de casualidad fui a parar a blogs bolivianos y me dio una nostalgia terrible. Angustia de ya no poder seguir el hilo, de ver todo desde afuera, de sentirme una extranjera. Me dieron ganas de tomar más contacto, leer, escribir, estar al tanto de todo. ¿Pero de dónde saco el tiempo y las fuerzas? Ya estoy metida en mil cosas... Demasiadas, evidentemente. Tarde o temprano tendré que elegir.
Hace algunos meses dejé congeladas algunas de mis pasiones, como la lectura y la escritura frecuentes, para poder dedicarme más al trabajo y ganarme de una vez el pan de cada día en completa autonomía. Bueno, el pan ya está, ahora tengo que esforzarme por conseguir mejores clientes, para poder ganar más y trabajar menos. Y volver a mis viejos amores.
Qué día, y eso que recién es media tarde. Descubrí que invité a casa a un crítico literario, sin saberlo, y para ver quién era me perdí en lecturas italianas. Chateé con mi hermana, que anda con líos burocráticos, y para ayudarla fui a ver mis documentos: más nostalgia. Viejos carnés universitarios, fotos, certificados de nacimiento (y otros impronunciables), libretas de notas del colegio, permisos para viajes de menores de edad, legalizaciones de títulos de studio... ¿Cómo son esos documentos ahora? ¿Cómo es el carnet boliviano? ¿De qué tipo serían mis amigos si yo siguiera allá? ¿Habría yo seguido esta senda medio geeky, medio snob, medio intelectual, medio hippy, medio transgresiva, medio cronopio, medio fama, medio...? Medio yo misma, pero nunca mediocre.
Ya estoy divagando. Divago y ando. Ahora vuelvo al trabajo, tengo un par de páginas para entregar esta tarde, otra mañana en la mañana, otras 9 mañana en la tarde... Quién sabe si tendré la fuerza de volver a mí antes de lo previsto.

2 comentarios:

  1. Querida Mariela:

    ¡Cómo te entiendo! A mí me sucede exactamente lo mismo con mi Andalucía, y eso que físicamente está más cerca y por lo tanto imagino que voy más a menudo que tú a Bolivia. Y, sin embargo, cada vez que piso las calles de Sevilla, cada vez que veo a un viejo amigo de la infancia (o de la adolescencia, o de la universidad), cada vez que entro en una librería, en una tienda de discos... me doy cuenta de que no es posible irle al paso. O aquí o allí. Porque, ¿sabes qué? Nuestro riesgo es quedarnos a mitad de camino, e inevitablemente éste es nuestro destino, ya que no somos ni de aquí pero tampoco - dolor de mi corazón - de allí.

    El consuelo es que somos de un planeta todo nuestro, que conocemos solo nosotros. Cada uno tiene el suyo. Y cada uno puede contar el suyo. Para eso tenemos diferentes armas: la escritura, la música, la conversación, la fotografía, la pintura... Nuestro destino de ser de nuestro propio planeta es motivo de sollozo y frustración a veces pero también de orgullo: nuestro planeta es solo nuestro.

    Espero que puedas retomar cuanto antes tu vida interior. Sé de sobras lo pesado que es no tener tiempo sino para trabajar. Y, ya se sabe, el trabajo no hace libres. Son otras las cosas.

    Un abrazo,

    Carolina

    ResponderBorrar
  2. Completamente cierto. Un amigo italiano me decía que debía aprender a sacarle el jugo a ese lujo: no ser de ninguna parte, una especie de nómada de la vida. Y en eso estoy ahora, con algunas pequeñas reincidencias en estados nostálgicos, que considero fisiológicos cada cierto tiempo.

    ResponderBorrar