lunes, 10 de septiembre de 2007

Xochitl autolocomotriz

Aquí va un hermoso texto escrito por mi querido amigo y admirado colega Sergio Viaggio, padre amoroso sin par que cuenta las aventuras de crecimiento de su pequeña hija, Xóchitl.

"Xóchitl (Sóchil) ha descubierto las delicias y tribulaciones de la autolocomoción. Venía amagando desde hace meses, pero le tocaba superar el peso feroz de su culito de paquidermo. Un buen día, tras una recua de ensayos frustrados, logró apoyar las longanicitas superiores y alzar las nalgas sobre las rodillas. Se mantuvo así, como en ascuas verticales, varios minutos, mirando el planeta desde la nueva e insospechada perspectiva, pero sin saber qué más hacer. Al tiempo la venció la fatiga y se dejó desplomar vencida. Y así varias veces más. Hasta que un día, Eureka!, miró todo lo en derredor que le dio el cuello de hombre Michelin, probó una a una la resistencia de los jamones y las longanizas, despegó apenas una manito para dar ese decisivo primer paso… pero Fpflop!, le falló la tripedalidad y se fue de panza al suelo. Inicialmente, pareció satisfecha con el vértigo novel.

Pero al rato quiso recuperar un símil de postura digna y se encontró que no le servía ninguno de los embutidos desparramados hacia los cuatro puntos cardinales. Sobrevino, entonces, la batucada de bufidos que pronto degeneró en una banda de bronces tan agudos como destemplados. Corrí a auxiliarla, le alcé el vientre de Buda y la articulé nuevamente en posición de largada. Echó una nueva mirada de tortuga todo lo circular que le consintió la papada y, Eureka! Esta vez, en lugar de arriesgar un avance longanístico, decidió probar suerte con un desplazamiento de jamón. Solo que no llegó a ocurrírsele deslizar la rodilla de trapo, sino que la despegó casi con violencia de la alfombra y ya la estaba mandando más o menos hacia adelante que, Fpflop, otra vez de panza al piso. Se conoce que volvió a encontrar divertido el vértigo, porque otra vez festejó el aterrizaje de emergencia con grandes muestras de hilaridad dos o tres octavas encima del último do que puede dibujarse sobre el pentagrama. Pero también en esta ocasión la leticia fue cediendo paso a la irritación. Hasta donde le permite su experiencia limitada del universo, debe de haberse cagado en todas las abuelas de Newton.

La ordalía vino repitiéndose, adelantaba, más o menos desde julio. Pero hace unos cuatro o cinco días se produjo lo que Hegel primero y Marx después llamarían un cambio cualitativo. Todo empezó igual: de improviso el culo descomunal se irguió como una tienda de circo en tren de instalación, la cabeza procedió a su ya acostumbrado semicírculo de quelonio, volvió a encontrar su centro, calculó minuciosamente dirección, inercia, momento, vector, tensión, extensión, impulso, aceleración y distancia… y, Bingo, la rodilla uno se deslizó tres o cuatro milímetros más o menos hacia adelante. Sobrevino en este punto una pausa de balance y reflexión. Xóchitl se aplicó a pasar revista coyuntura por coyuntura al -es cierto, tembloroso e inestable- andamiaje del culo, revisar y verificar todos los cómputos menester, recobrar suficiente aliento, acumular el debido coraje, apuntar nuevamente más o menos hacia adelante y, Bingo!, mandó la mano uno a distanciarse de la rodilla ídem. El culo de avispa se escoró peligrosamente a babor; y ya parecía que iba a carenar más de lo prudente, cuando, Plupf!, osciló hacia estribor descargando todo el peso sobre la longaniza temeraria. Aquí, fue oportuna una solución de continuidad dedicada no tanto a la especulación como al festejo. En medio de una jam session de la batucada y la banda, alzó ahora la rodilla número dos… Ay! Eso: la alzó en vez de arrastrarla, con lo que el ángulo de desviación de la vertical devino excesivo, el culo quedó como colgando ominosamente sobre el abismo y, claro, Fpflop!, toda la cuidadosa si endeble coreografía fue a parar ignominiosamente a la mierda.

Nueva sesión de protesta acústica aguda. Pero la grandeza del hombre, dicen que dice el viejo proverbio árabe, no está en no caerse nunca sino en levantarse cada vez que se cae. Lo mismo puede decirse, digo, de la mujer, incluso la de corta edad, solo que no exactamente cada vez, sino cada tanto, pero no tiene sentido buscarle la tercera oruga al tanque. La cosa es que tras varios intentos en que el éxito inicial tropezó -nunca mejor dicho- con un fracaso final… Bingo! Xóchitl dio triunfalmente en arrastrar también la rodilla número dos. Faltaba apenas un leve desplazamiento aproximadamente hacia adelante de la segunda longaniza y se habría logrado completar el ciclo unitario. Mirada de Galápagos, cálculos einstenianos, tensión naibaldianesca, temeridad colónica y…. Fpflop!, a la mierda el ciclo.

Pero la grandeza etcétera, y tras una serie de experimentos que corroboraron con distintos grados de rotundez la teoría de la gravedad… Bingo! Desde entonces son secuencias de tres, cuatro y hoy hasta cinco pasos compuestos, hasta que el agotamiento exige un lapso de reposo, que, es verdad, todavía no se aprovecha para perfeccionar la puntería. Porque Xóchitl no ha caído en la cuenta de eso del ángulo de desviación: Ella mira, es verdad, fijamente hacia adelante. Dijérase un hipopótamo convencido de su leoninidad- cual argentino que se cree europeo- que ha descubierto su presa entre las gacelas de la sabana. Excepto que no atina a dar la orden de, Vamos chicos, a ver vos, adelante, carajo! con la debida indicación del rumbo, por ejemplo, algo así como, Rodilla de estribor, 0 grados a proa a un nudo de hilo de coser! Con lo que la rodilla uno se abre ocho grados a babor, y luego la mano uno seis más, que luego se medio compensan con los seis grados a estribor de la pierna dos y los tres de la mano ídem. La cosa es que la compensación nunca es total y el culo termina desplazándose para el lado de los tomates o, en una ocasión particularmente aciaga, la pata del piano.

Pero yo no he dicho ni querido dar aviesamente a entender que Xóchitl puede ir adonde quiere, sino simplemente que puede ir en general: adónde exactamente -bueno, exactamente es quizás una exageración- es difícil de vaticinar, pero ir… va."

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